Había imaginado todo con demasiada claridad. Me había imaginado a ti y a mí, aquí, en esta habitación, en esta casa. Había imaginado todo con muchísima exactitud, hasta el más mínimo detalle. Y cuando se ven las cosas futuras con tanta claridad, como si ya estuviesen sucediendo, entonces es señal de que no deben suceder nunca. Porque ya han sucedido, en cierto sentido, en nuestra cabeza, y no se puede consentir que sucedan de verdad.
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lunes, 18 de julio de 2016
jueves, 28 de abril de 2016
Las ilusiones, Jonás Trueba
Un primer beso. Es de noche, han caminado y bebido. Se han sentado a hablar en un banco, luego han ido a otro bar y, a la salida, él por fin se ha decidido a besarla. Al despegar los labios, él le pregunta a ella si se encuentra bien. Parece mareada. Se agarra a él, que la rodea con el brazo y la conduce hasta el banco más cercano. Ella le explica que le sucede a menudo. Alguna vez se ha desmayado, perdiendo el conocimiento. Ella le pregunta si va a cuidarla. La pregunta flota, adquiere un significado involuntariamente grave, fuera de lugar. Pero él responde que sí. Y vuelven a besarse.
miércoles, 13 de enero de 2016
Yann Andréa Steiner, Marguerite Duras
«Vous aviez dit : Je vais venir.
J'ai demandé pourquoi venir.
Vous avez dit : Pour se connaître.
À ce moment-là de ma vie, que l'on vienne me voir ainsi, de loin, c'était un événement effrayant. Je n'ai jamais parlé, c'est vrai, jamais de ma solitude à ce moment-là de ma vie.»
«J'écris aussi des choses que je ne comprends pas. Je les laisse dans mes livres et je les relis et alors elles prennent un sens.»
«L'enfant, il regarde. Tout il regarde, la mer, les plages, le vide. Ses yeux sont gris. GRIS. Comme l'orage, la pierre, le ciel du Nord, la mer, l'intelligence immanente de la matière, de la vie. Gris comme la pensée. Le temps. Les siècles passés et à venir confondus. GRIS.»
«Un jour l'été finira. La mémoire vous en vient parfois dans le plein soleil de la plage à travers la transparence des rouleaux de vagues. Quand parfois l'été est à perte de vue répandu, si fort, si blessant, ou sombre, quelquefois illuminant, quand par exemple vous n'êtes pas là, et que je suis seule au monde.»
lunes, 4 de enero de 2016
El amor, Marguerite Duras
Ella se levanta. Se queda frente a él, erguida, rígida. Él tiene ante sí el cuerpo entero, el rostro, la sonrisa.
—¿No la encuentra?
—No.
Ella se sienta de nuevo.
—Siga mirando.
Ella inclina el rostro hacia adelante: se refiere al rostro. Él dice:
—Su pelo.
—Sí. —La sonrisa se acentúa.
—Teñido.
—Sí. De negro —añade, y la sonrisa se acentúa más—. Mis cabellos negros teñidos de negro. —Ella agrega todavía—: ¿Eso es todo?
El espanto pasa; terraza, parque, lugares de espanto súbitamente. El viajero se levanta, se apoya en la mesa, ya no la mira. Ella sigue mirándole, esperando todavía la respuesta, y sonríe:
—¿Qué? ¿No ve nada más? —señala a su alrededor, la habitación, el parque, el espacio cerrado por muros y verjas, las defensas—. ¿No ve usted nada?
Él niega por señas: nada más, no ve nada más. Ella dice:
—La muerta de S. Thala.
Ella repite, ella dice:
—Yo soy la muerta de S. Thala.
Ella espera, termina la frase:
—Me he librado de ella.
Ella espera un poco más, termina la frase:
—La única entre vosotros —agrega—: La única, la muerta de S. Thala.
Se vuelve hacia su parque, hacia su habitación. Ya no termina ninguna frase. La sonrisa está todavía allí, debajo de ésta no hay más que unos rasgos.
Él se va. Ella le deja ir. Ella se queda allí. Allí.
Él recorre el camino del parque, abre la verja, sale.
Afuera. El espacio. Las gaviotas de la mar que cruzan.
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